Ensanche

El camposanto calagurritano ha tenido problemas de saturación casi desde su puesta en funcionamiento, ya que aunque sus dimensiones eran las adecuadas, carecía de nichos y el Ayuntamiento cedía los terrenos por 99 años. Una forma de solventar el problema fueron las mondas periódicas, que trasladaban los restos al osario (1895, 1898, 1917, 1918, 1920) y, cuando estaba completo, los traspasaban a una fosa común (1898, 1903, 1916-1917). Otra solución a tan acuciante problema pasaba por la ampliación del recinto, algo que ya se contempla en 1895. El Ayuntamiento procedió a la compra de diversos terrenos en los lados Norte y Sur (1895, 1928-1929 y 1931) pero las obras no se llevaron a cabo.

El ensanche del cementerio fue propiciado por la secularización del recinto. La promulgación de la Ley de Cementerios Municipales (30 de enero de 1932) obligaba a demoler la tapia de separación del cementerio civil y a su integración en un recinto único como expresión de la igualdad ante la muerte. Esta ocasión fue aprovechada para ampliar el cementerio por el lado Norte retranqueando la tapia hasta enrasar con la línea marcada por la capilla y el antiguo cementerio civil. Las obras tuvieron lugar entre finales de 1932 y comienzos de 1933 y en la actualidad se aprecia con dificultad, ya que en toda esa parte fueron construidos nichos. Pero basta fijarse en que los nichos ocultan parte de las ventanas de la capilla para poderlo comprender. Cuando en 1938 entraron en vigor nuevas disposiciones sobre cementerios y hubo que separar de nuevo los recintos católico y civil, éste quedó como zona del cementerio municipal, en el ángulo Noroeste, con entrada independiente por el lado occidental.