Sepulturas de suelo

La sepultura de suelo es el tipo más sencillo y extendido por ser el más tradicional y económico hasta la generalización de los nichos. Es básicamente una parcela de terreno en la que se procede a la inhumación, cuya localización está marcada por un elemento vertical al que denominamos cabecera y que suele ser el soporte de todo tipo de decoración. Se sitúan en cualquier espacio del cementerio con la única diferencia de ser considerada de primera, segunda o tercera clase. Este tipo de enterramiento no tiene ningún requerimiento material en cuanto a la construcción que se erige sobre ella. Tampoco hay restricciones cronológicas y por ello se pueden encontrar ejemplares muy antiguos y otros muy recientes.

Presenta diferencias en función de la presencia o no de determinados elementos. El terreno que ocupa puede aparecer delimitado ya sea con ladrillo, cemento, piedra sillar, rejas de hierro, pilares o balaustres de piedra o hierro unidas por cadenas. Puede contar o no con una losa que cubra la superficie, que puede colocarse sobre piedra o ladrillo generando una pequeña cama fúnebre, que puede adquirir mayor altura. La cabecera es uno de los elementos definitorios de una sepultura y existen numerosas variantes: cabeceras en forma de estela, algunas con una pequeña capillita con una imagen de devoción; cruces de forja, fundición o piedra; cabeceras arquitectónicas, escultóricas, etc. Por supuesto, también encontramos sepulturas sin cabecera.